La Canal comenta: "En este fragmento de la Carta 3, se nos dice unas cosas muy importantes que deben hacernos ponderar y reflexionar en lo que nos dice CRISTO. Primero, CRISTO comparte con nosotros su decepción y sentimiento de fracaso porque pensaba que podría ayudar a que la gente cambiara sus vidas. Pero no había visto suceder ningún cambio real ni siquiera en Sus discípulos. Podemos sentir alguna empatía con el estado de ánimo de Jesús antes de su crucifixión si meditamos y ponderamos sobre las razones por el cambio en Su comportamiento y actitudes en aquel momento. Esto ayudará a explicar el sentido de alienación de Jesús ante Sus discípulos durante la Última Cena – la cual se verá en el fragmento de la semana que viene. Debemos tomar nota de lo que dice CRISTO referente al bajón de los niveles en Su Consciencia al estar enfrentado con el conflicto que dio lugar al cambio en su comportamiento. Hay una lección aquí, para todos nosotros". CRISTO continúa: "Por tanto, empecé mi último viaje hacia Jerusalén con sentimientos poderosamente mezclados. Por una parte, estaba cansado de curar y hablar y enseñar a la gente que escuchaba boquiabierta sin tener ninguna comprensión de nada de lo que intentaba contarles. Había pensado que mi conocimiento haría capaz a la gente de salir de su miseria y, al menos hacer contacto con el 'Padre' y obtener una vislumbre del 'Reino de los Cielos'. No había ninguna evidencia de tal despertar espiritual ni siquiera entre mis discípulos. Mi decepción y sentido de fracaso me hizo estar contento de irme de la vida terrenal hacia la gloriosa existencia que sabía que me esperaba después de mi muerte. Al mismo tiempo, me preguntaba cómo iba a resistir el dolor de la crucifixión. A través de mi misión, había vivido en un estado mental más o menos consistentemente pacífico – frecuentemente exultado, con los pensamientos fijos en la 'Consciencia Amorosa del Padre,' autor de todo ser, sabiendo que sólo tenía que pedir y lo que pidiera rápidamente sería manifestado. ¿Podría mantener mi ecuanimidad cuando me trajesen ante el Consejo, al llevarme a mi crucifixión, cuando me clavaran en la cruz con mi peso colgando de mis manos? Porque estaba dando lugar a dudas y temores, se me bajaba el nivel normal de mis frecuencias de consciencia. Me estaban bajando hasta las frecuencias de la consciencia del plano terrenal. Volví a ser víctima de mi vieja agresión que me incitaba hacia actos irrazonables, lo cual nunca hubiera contemplado antes, cuando estaba en mi estado anterior de total armonía con la Consciencia del Amor Padre' Mis dudas y conflictos se externalizaron en mi vida como emociones e impulsos humanos que contravenían la Ley Cósmica del Amor. Primero ocurrió el episodio de la higuera. Tenía hambre y fui al árbol realmente sin esperar encontrar fruta porque no era la estación de los higos. Al ver que la búsqueda era 'infructuosa,' maldije la higuera. Veinticuatro horas más tarde, se había marchitado hasta las raíces. Fue una experiencia terrible. Era la primera vez que mis palabras habían causado daño a algo. Sin embargo, demostró claramente a mis discípulos el poder del PENSAMIENTO para bien o para mal. Les demostró que cuanto más espiritualmente evolucionada es una persona, mayor es el impacto de sus palabras en el medio ambiente. Aproveché la oportunidad para señalar a mis discípulos que me había comportado sin pensar, como lo hace el hombre o mujer promedio que – teniendo grandes esperanzas – no consiguen lo que quieren. Suelen reaccionar con enojo, lágrimas, e incluso palabras agudas que pueden o no ser una especie de 'desear mal' o de maldecir a la persona que les haya negado el deseo anhelado en su corazón. Ya habían visto ellos mismos lo que mi maldición había hecho a la higuera, Ahora deberían comprender que mientras que una fuerte convicción les podría conceder cualquier cosa que pudiesen desear o imaginar, también deberían estar constantemente conscientes de su propia condición mental – emocional. No deben guardar rencor contra los demás, sino que deben perdonar rápidamente, de lo contrario podrían hacer mucho daño a aquellos contra quienes sienten resentimiento. .. lo cual se les devolvería, en el debido tiempo, como la cosecha de su siembra. Lo que es más, según se siembra se cosecha. Sabía que lo que había hecho a la higuera inevitablemente regresaría a mí de alguna manera u otra. Llevé a mis discípulos al Templo. Muchos años habían pasado desde que estuve ahí, y sabía que mi visita serviría para establecer los sucesos que conducirían a mi crucifixión. Algunas personas me reconocieron y como respuesta a sus peticiones me puse a enseñarles. Se juntaron más personas y se apiñaron los prestamistas quienes empezaron a quejarse. Sus gritos y quejas ruidosas rompieron el hilo de mi pensamiento mientras enseñaba. De repente monté en cólera, había aquí personas sinceras que me rodeaban, deseando oír palabras de VIDA, las cuales pronto no podría contarles, y ahí estaban los prestamistas que vivían vendiendo ganadería para los sacrificios que no hacían ningún bien a la gente. Estos hombres solamente traían deudas y miseria a la gente. Sentí la sangre subirme a la cabeza y dando empujones a las mesas, las tiré, esparciendo el dinero, y eché fuera del Templo a los hombres de corazón duro que pensaban tan sólo en el dinero. Entonces hubo una tremenda conmoción de gritos y chillidos. Algunos pelearon para recoger el dinero. Los prestamistas me maldijeron, denunciándome como malvado, como si hiciera el trabajo de Belzebú y otros mil demonios. Los Sacerdotes y los Fariseos y toda la gente que valoraba en mucho los sacrificios del Templo vinieron juntos corriendo para averiguar la causa del ruido y de la confusión. Al oír lo que contaron los prestamistas, estaban tan agraviados por mis actos que se lanzaron en una condenación vociferante y de lamentaciones contra mí para impresionar a los Sacerdotes, cada uno superando al compañero, haciendo protestas cada vez más fuertes para demostrar su horror por lo que yo había hecho. Nunca antes se había visto en el Templo tal cosa. Incluso aquellos que antes me habían escuchado, estaban molestos por mi intención y se preguntaron qué clase de hombre podría ser yo. Estaban agrupados, de pie, viendo los sucesos, cuando se les acercaron los Sacerdotes y los Fariseos quienes les persuadieron de que yo intentaba destruir todo aquello en lo que creían predicando un 'Dios' falso, totalmente diferente a lo que siempre habían oído en las sinagogas. Los Sacerdotes transmitieron su propio enojo desenfrenado a la gente y les convencieron de que mi pecado les contaminaría también si se empeñaban en escuchar mis locuras. Gradualmente se le convenció a la gente de que yo era una influencia malvada y que deberían quitarme de en medio antes de que pudiera trastornar la paz del país y atraer la ira del gobernador romano sobre todo el país de Palestina". © 2007 Recorder. All Rights Reserved www.caminodecristo. com (Español) www.christsway. co.za (English, French, Italian, Dutch)
Valerie Melfi Encargada de Expansión del CAMINO de CRISTO |