Reflexiones de Un Maestro Budista

Ajahn Chah.- Reflexiones de Un Maestro Budista tahilandés (1)

Una recopilación de citas y reflexiones del Maestro Budista tailandés Ajahn
Chah, compilada y editada por
Dhamma Garden
y
Transcripto para Internet por el
Monasterio Buddhista Abhayagiri
COPYRIGHT 2004 © by The Sangha, Abhayagiri Buddhist Monastery



Una vez hubo un laico que llegó hasta Ajahn Chah y le preguntó quién era Ajahn Chah.
Ajahn Chah, percibiendo que el desarrollo espiritual del individuo no era muy
avanzado, se señaló a sí mismo y dijo: "Éste, éste es Ajahn Chah."
En otra ocasión, otra persona le hizo a Ajahn Chah la misma pregunta. Esta vez, sin
embargo, percibiendo que la capacidad del que preguntaba era mayor en cuanto al
entendimiento del Dhamma, Ajahn Chah respondió diciendo: "¿Ajahn Chah? No hay
Ajahn Chah."

Las citas de esta recopilación han sido tomadas de Bodhinaya, Un Sabor a Libertad, Un
Sereno Estanque en el Bosque, Samadhi Bhavana, Percibiendo el Camino, Dhamma
Vivo, Alimento para el Corazón, y Padre Venerable, Una Vida con Ajahn Chah.
Algunas de las citas provienen de una recopilación personal inédita hasta ahora.


Introducción
Cuando las personas le decían a Ajahn Chah que encontraban imposible practicar en la
sociedad, él les preguntaba, "Si yo lo punzara a usted en el pecho con una vara ardiente,
sin duda afirmaría que está sufriendo, ¿acaso es debido a que vive en sociedad que no
puede deshacerse de ella?" La respuesta de Ajahn Chah aclara el asunto de una manera
similar a la parábola de la flecha envenenada del Buda. El Buda cuenta sobre un hombre
que había sido alcanzado por una flecha y que no dejaba que nadie se la quitara hasta
que sus preguntas acerca de la flecha, el arco y el arquero fuesen respondidas. El único
problema era que el hombre herido probablemente moriría antes de que pudiera obtener
las respuestas a todas sus preguntas. De lo que el hombre herido tenía que darse cuenta
era de que estaba dolorido y agonizante y que tenía que hacer algo acerca de ello
inmediatamente.
Ajahn Chah enfatizaba este punto una y otra vez en sus enseñanzas: "Usted está
sufriendo; ¡haga algo respecto a eso ahora mismo!" Él no perdía mucho tiempo
hablando acerca de la paz, la sabiduría o estados nibbánicos, sino sobre la práctica de
estar constantemente consciente y alerta de aquello que está pasando dentro del cuerpo
y la mente en el momento presente, aprendiendo simplemente cómo observar y dejar ir.
La meditación, decía, no es obtener cosas, sino deshacerse o liberarse de las cosas.
Aún cuando se le preguntaba sobre la paz que uno podía alcanzar a través de la práctica,
él hablaba más bien sobre la confusión de la cual uno debía librarse en primer lugar,
porque, según lo mostraba, la paz es el final de la confusión.
Esta recopilación trata sobre reflexiones que no hacen referencia sólo al sufrimiento y a
la práctica de la meditación, sino que también nos brinda alguna perspectiva sobre la
impermanencia, la virtud, el no-ser, etc. Esperamos que el lector tome este pequeño
libro como un compañero y "buen amigo" para los momentos de serena reflexión, y
quizás tenga un vistazo del "no-Ajahn Chah", quien solía decir: "Yo estoy siempre
hablando sobre cosas a desarrollar y cosas a abandonar, pero realmente no hay "nada"
para desarrollar ni "nada" para abandonar".

Nacimiento y Muerte
1
Una buena práctica es preguntarse con toda sinceridad: "¿Por qué nací?" Hágase esta
pregunta durante la mañana, tarde y noche... todos los días.
2
Nuestro nacimiento y muerte son una sola cosa. No se puede tener uno sin el otro.
Resulta curioso observar cómo, frente a la muerte, las personas están tan llorosas y
tristes y frente al nacimiento tan felices y alegres. Es una falsa ilusión. Creo que si usted
realmente quiere llorar, sería mejor hacerlo cuando alguien nace. Llore al principio,
debido a que si no hubiese nacimiento no habría muerte. ¿Puede entender esto?
3
Uno creería que la gente podría apreciar cómo sería vivir en el vientre de una persona.
¡Qué incómodo debe ser! Sólo fíjese cuán duro es simplemente permanecer en una
choza sólo por un día. Cierra todas las puertas y ventanas y ya se está sofocando.
¿Cómo sería vivir en el vientre de una persona durante nueve meses? Y sin embargo
usted quiere aún meter la cabeza justo ahí, poner su cuello en la horca una vez más.
4
¿Por qué nacemos? Nacemos para no tener que nacer otra vez.
5
Cuando uno no comprende la muerte la vida puede ser muy confusa.
6
El Buda le enseñó a su discípulo Ananda a observar la impermanencia, a ver a la muerte
en cada respiración. Debemos conocer la muerte; debemos morir de modo que podamos
vivir. ¿Qué significa esto? Morir es llegar al final de nuestras dudas, de todas nuestras
preguntas, y sólo estar aquí con la realidad presente. Usted nunca puede morir mañana;
7
usted debe morir ahora. ¿Lo puede hacer? Si lo puede hacer, usted conocerá la paz de no
hacerse más preguntas.
7
La muerte está tan cerca como nuestra respiración.
8
Si usted se ha entrenado adecuadamente no se sentirá atemorizado cuando caiga
enfermo, ni alterado cuando alguien muere. Cuando vaya a hospitalizarse para un
tratamiento, determine en su mente que si usted mejora, eso está bien, y que si usted
muere, también está bien. Le garantizo que si los doctores me dijesen que tengo cáncer
y que me voy a morir en unos pocos meses, les recordaría: "Tengan cuidado, por que la
muerte está viniendo por ustedes también. Sólo es cuestión de quién se va primero y
quién después." Los doctores no van a curar de la muerte ni impedirla. Sólo el Buda era
ese tipo de doctor, entonces ¿por qué no seguimos adelante y usamos la medicina del
Buda?
9
Si usted está asustado por la enfermedad, si teme a la muerte, entonces usted debería
contemplar de dónde vienen. ¿De dónde vienen? Surgen del nacimiento. Por lo tanto, no
se ponga triste cuando muere alguien —es sólo la naturaleza, y su sufrimiento en esta
vida ha terminado. Si quiere ponerse triste, póngase triste cuando la gente nace: "Oh,
no, aquí vienen otra vez. ¡Van a sufrir y morir otra vez!"
10
"El Que Sabe" sabe con claridad que todos los fenómenos son insubstanciales. De modo
que "El Que Sabe" no se pone feliz o triste, no va detrás de condiciones cambiantes.
Ponerse feliz, es nacer; apesadumbrarse es morir. Habiendo muerto, nacemos otra vez;
habiendo nacido, morimos otra vez. Este nacimiento y muerte de un momento al
siguiente es la interminable rueda girante del samsara.
11
El Cuerpo

Si el cuerpo pudiese hablar estaría diciéndonos todo el día; "Tú no eres mi dueño
¿sabes?". En realidad nos lo está diciendo todo el tiempo, pero en el idioma del
Dhamma, de modo que no estamos capacitados para comprenderlo.
12
Las condiciones no nos pertenecen. Siguen su propio rumbo natural. No podemos hacer
nada sobre la forma que tiene el cuerpo. Podemos embellecerlo un poco, hacer que
luzca atractivo y limpio durante un tiempo, como las muchachas jóvenes que se pintan
los labios y se dejan crecer las uñas, pero cuando llega la vejez todos estamos en el
mismo barco. Así es el cuerpo. No lo podemos hacer de otra manera. Sin embargo, lo
que podemos mejorar y embellecer es la mente.
13
Si nuestro cuerpo realmente nos perteneciera obedecería nuestras órdenes, Si le
decimos: "No envejezcas", o "Te prohibo enfermarte" ¿nos obedecería? ¡No! No se da
por aludido. Sólo alquilamos esta "casa", no la poseemos. Si creemos que nos pertenece,
sufriremos cuando tengamos que dejarla. Pero en realidad, no existe tal cosa como un
yo permanente, no hay nada invariable o sólido a lo que nos podamos aferrar.

La Respiración
14
Hay gente que nace y muere y nunca está consciente de su aliento entrando y saliendo
de su cuerpo. Eso muestra cuán lejos viven de sí mismos.
15
El tiempo es nuestra respiración presente.
16
Dice usted que está demasiado ocupado para meditar. ¿Tiene tiempo para respirar? La
meditación es su respiración. ¿Por qué tiene tiempo para respirar pero no para meditar?
La respiración es algo vital para la vida de la gente. Si usted ve que la práctica del
Dhamma es vital para su vida, entonces sentirá que la respiración y la práctica del
Dhamma tienen la misma importancia.

El Dhamma
17
¿Qué es el Dhamma? No hay nada que no lo sea.
18
¿Cómo enseña el Dhamma el modo adecuado de vivir? Nos muestra cómo vivir. Tiene
muchas maneras de mostrarlo —en las piedras, en los árboles o solamente frente a
usted. Es una enseñanza, pero no con palabras. Por lo tanto, serene la mente, el corazón,
y aprenda a observar. Encontrará al Dhamma revelándose en su totalidad aquí y ahora.
¿En qué otro momento y lugar va a buscarlo?
19
Primero usted entiende el Dhamma con su pensamiento. Si comienza a entenderlo, lo
practicará. Y si lo practica, comenzará a verlo, usted está en el Dhamma y tiene la
alegría del Buda.
20
El Dhamma tiene que ser hallado a través del examen de su propio corazón y mediante
la observación de lo que es verdadero y de lo que no lo es, de lo que es equilibrado y de
lo que no es equilibrado.
21
Hay una sola magia real, la magia del Dhamma. Cualquier otra magia es como la ilusión
de un truco con las cartas. Nos distrae del juego verdadero; nuestra relación con la vida
humana, el nacimiento, la muerte y la libertad.
22
Cualquier cosa que haga, conviértala en una práctica del Dhamma. Si no se siente bien,
mire en su interior. Si se da cuenta que es incorrecta y aún lo hace, eso es impureza.

23
Es difícil encontrar a los que escuchan el Dhamma, a los que recuerdan el Dhamma y lo
practican, a los que llegan al Dhamma y lo ven.
24
Todo es Dhamma si estamos plenamente atentos. Cuando vemos a los animales que
huyen del peligro, vemos que son iguales a nosotros. Huyen del sufrimiento y corren
hacia la felicidad. También tienen miedo. Temen por sus vidas igual que nosotros.
Cuando los observamos de acuerdo con la verdad, vemos que los animales y los seres
humanos no son diferentes. Todos somos compañeros mutuos de nacimiento, vejez,
enfermedad y muerte.
25
Más allá del tiempo y del lugar, toda la práctica del Dhamma alcanza su culminación en
el punto donde no hay nada. Es el lugar de la renuncia, del vacío, el lugar donde nos
desprendemos de nuestros agobios. Ése es el final.
26
El Dhamma no está muy lejos. Está directamente con nosotros. El Dhamma no se trata
de ángeles en el cielo ni de ninguna otra cosa como ésa. Simplemente es acerca de
nosotros, acerca de lo que estamos haciendo ahora mismo. Obsérvese a usted mismo.
Algunas veces hay felicidad, otras veces sufrimiento, en ocasiones bienestar, a veces
dolor... éste es el Dhamma. ¿Lo ve? Para conocer este Dhamma, usted tiene que leer sus
experiencias.
27
El Buda quiso que nos conectásemos con el Dhamma, pero la gente sólo hace contacto
con las palabras, los libros y las escrituras. Eso es hacer contacto con aquello que es
"acerca" del Dhamma, no con el Dhamma "real" como fue enseñado por nuestro Gran
Maestro. ¿Cómo pueden decir las personas que están practicando adecuada y
apropiadamente si no hacen eso? Están muy lejos de hacerlo.

28
Cuando usted escucha el Dhamma debe abrir su corazón y sosegarse en el centro. No
trate de acumular lo que escucha ni de hacer un laborioso esfuerzo para retener lo que
oye en la memoria. Sólo deje que el Dhamma fluya adentro de su corazón y se
manifieste a sí mismo, y manténgase continuamente abierto a su fluir en el momento
presente. Lo que está listo para ser retenido así lo será, y esto ocurrirá de acuerdo con su
propia armonía, no ha través de un esfuerzo determinado de su parte.
29
Del mismo modo, cuando explique el Dhamma, no debe forzarse a usted mismo.
Debería suceder por sí mismo y debería fluir espontáneamente a partir del momento
presente y de las circunstancias. La gente tiene diferentes niveles de capacidad
receptiva, y cuando usted se encuentra allí, al mismo nivel, sólo sucede, el Dhamma
fluye. El Buda tenía la habilidad de conocer los temperamentos de las personas y sus
capacidades receptivas. Él usaba este mismo método de enseñanza espontánea. No era
que él poseyese ningún poder sobrehumano especial para enseñar, sino que más bien era
sensible a las necesidades espirituales de la gente que acudía a Él, y les enseñaba de
acuerdo con ello.

El Corazón y La Mente
30
Solamente un libro vale la pena leer: el corazón
31
El Buda nos enseñó que cualquier cosa que inquiete a la mente durante nuestra práctica
da en el blanco. Las impurezas son inquietantes. ¡No es la mente la que se inquieta! No
sabemos lo que son nuestras mentes e impurezas. Cualquier cosa con la que no estemos
satisfechos, sencillamente no queremos saber nada con eso. Nuestro modo de vivir no es
dificultoso. Lo que es difícil es no estar satisfecho, no armonizarnos con ello. Nuestras
impurezas son lo dificultoso.
32
El mundo se halla en un estado de ajetreo febril. La mente cambia de gusto a disgusto
con el ajetreo febril del mundo. Si podemos aprender a aquietar la mente, esto será la
mayor ayuda para el mundo.
33
Si su mente es feliz, entonces usted es feliz en cualquier lugar al que vaya. Cuando la
sabiduría se despierte dentro de sí, verá la Verdad dondequiera que mire, en todo lo que
hay. Es como cuando usted aprendió a leer —usted ahora puede leer dondequiera que
va.
34
Si usted es alérgico a un lugar, será alérgico a todos los lugares. Pero no es el lugar
externo el que le está causando problemas. Es el "lugar" dentro suyo.
35
Preste atención a su propia mente. El que acarrea cosas sostiene cosas, pero el que sólo
las observa sólo ve la pesadez de las mismas. Deshágase de las cosas, suéltelas y
encuentre claridad.

36
La mente es intrínsecamente tranquila. La ansiedad y la confusión nacen fuera de esta
tranquilidad. Si uno observa y conoce esta confusión, entonces la mente se tranquiliza
una vez más.
37
El budismo es una religión del corazón. Sólo eso. El que practica el desarrollo del
corazón practica budismo.
38
Cuando la luz es tenue, no es fácil ver a las viejas telas de araña en los rincones de la
habitación. Pero cuando la luz es brillante puede verlas con claridad y por lo tanto puede
deshacerse de ellas. Cuando su mente esté brillante, podrá ver sus impurezas claramente
y limpiarlas.
39
El fortalecimiento de la mente no se hace moviéndola de aquí para allá así como se hace
para fortalecer al cuerpo, sino llevándola a detenerse, a aquietarse.
40
Debido a que la gente no se observa a sí misma puede cometer toda suerte de malas
acciones. No se fijan en sus propias mentes. Cuando la gente va a hacer algo malo tiene
que mirar primero alrededor para ver si hay alguien observando: "¿Me verá mi madre?"
"¿Me verá mi esposo?" "¿Me verán mis hijos?" "¿Me verá mi esposa?" Si no hay nadie
observando siguen adelante y lo hacen. Esto es insultarse a sí mismos. Dicen que nadie
está mirando y rápidamente terminan con su mala acción antes de que alguien los vea.
¿Y qué pasa con ellos? ¿No son ellos un "alguien" mirando?
41
Use a su corazón para escuchar las Enseñanzas, no sus oídos.

42
Están aquellos que batallan contra sus impurezas y las conquistan. Esto se llama
combatir interiormente. Los que combaten exteriormente se aferran a bombas y pistolas
para arrojar y disparar. Conquistan y son conquistados. Conquistar a otros es la manera
en la que lo hace el mundo. En la práctica del Dhamma no tenemos que combatir a
otros, sino conquistar nuestras propias mentes, resistiendo pacientemente todos nuestros
estados de ánimo.
43
¿De dónde viene la lluvia? Viene de toda el agua sucia que se evapora de la tierra, así
como la orina y el agua que usted arroja después de lavarse los pies. ¿No es maravilloso
que el cielo pueda tomar esa agua sucia y transformarla en agua limpia y pura? Su
mente puede hacer lo mismo con sus impurezas si usted la deja.
44
El Buda habló de juzgarse solamente a usted mismo, y no de juzgar a los otros, no
importa cuanto bien o mal puedan hacer. El Buda sencillamente indica el camino
diciendo: "La Verdad es así." Ahora, ¿nuestra mente es así o no?

Impermanencia
45
Las condiciones existen a partir de los cambios. Usted no puede impedirlo. Sólo piense:
¿podría usted exhalar sin inhalar? ¿Eso haría que se sienta bien? ¿O sólo puede inhalar?
Queremos que las cosas sean permanentes, pero eso no puede ser. Es imposible.
46
Si usted se da cuenta de que todas las cosas son impermanentes, todo su pensamiento,
gradualmente, se desarrollará y no necesitará pensar demasiado. Dondequiera que surja
cualquier cosa, todo lo que necesita decir es: "¡Ah!... ¡de nuevo!" ¡Sólo eso!
47
Todo discurso que ignora la incertidumbre no es el discurso de un sabio.
48
Si usted, realmente observa la incertidumbre con lucidez, entonces verá aquello que sí
es cierto. La certidumbre es que las cosas, inevitablemente, son inciertas, y que no
pueden ser de otra manera. ¿Lo entiende? Solamente sabiendo esto usted podrá conocer
al Buda, podrá reverenciarlo apropiadamente.
49
Si su mente trata de decirle que ya ha alcanzado el nivel del sotapanna, vaya y
reverencie a un sotapanna. Él mismo le dirá que es incierto. Si usted conoce a un
sakadagami, vaya y ríndale homenaje, cuando él lo vea, sencillamente le dirá: "No es
cosa segura." Si hay un anagami, vaya e inclínese ante él. Él sólo le dirá una cosa:
"¡Incierto!". Incluso si conoce a un arahant, vaya y ríndale homenaje. Él le dirá, todavía
con más firmeza: "¡Todo es aún más incierto!". Escuchará las palabras de los Nobles:
"¡Todo es incierto, no se aferre a nada!"

50
En algunas ocasiones he ido a visitar viejos lugares religiosos con templos antiguos.
Algunos de estos lugares podrían estar resquebrajados. Tal vez uno de mis amigos
observaría: "¡Qué pena! ¿No? Está resquebrajado". Yo tendría que responder: "Si no
estuviesen resquebrajados, entonces no habría tal cosa como el Buda. No habría
Dhamma. Está resquebrajado así porque está perfectamente de acuerdo con la
enseñanza del Buda."
51
Todas las condiciones siguen su propio curso natural. Ya sea que riamos o lloremos
sobre ellas, sólo siguen su propio curso natural. Y no hay conocimiento científico que
pueda evitar este rumbo natural de las cosas. Usted puede ir al dentista con el propósito
de hacerse ver las muelas, pero aún cuando él pueda arreglarlas, ellas finalmente
seguirán su curso natural. Con el tiempo, aún el dentista tendrá el mismo problema.
Todo al final se desintegra.
52
¿Qué es lo que podemos dar por cierto? Nada. No hay nada mas que sensaciones. Surge
el sufrimiento, se queda, y luego se va. Entonces la felicidad reemplaza al sufrimiento –
sólo eso. Fuera de ello no hay nada. Sin embargo, somos personas perdidas corriendo y
aferrándonos a las sensaciones continuamente. Las sensaciones no son reales, sólo los
cambios.








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