... Este Sábado vamos a encontrarnos en la casa de Ramón, vamos a'cer un pari. Ya tenemos los invitados y por supuesto que la Chaliya no se queda afuera.¿Entonces llegás?
- No se Humberto, me queda lejos de la casa.
- Si vos querés te recojo y te llevo de vuelta. En el expresgüei es obra de un momento. Animate Marcia, eso va a estar bueno. Una vez al año no hace daño.
- Dale viaje pues, ¿A que horas llegas Humberto?
- A las 6 y media para que estemos a las siete allá.¿Te parece?
- Va pues.
Humberto colgó el teléfono y se frotó las manos mientras decía:
-Está buena la Marcia. Este es mi chance. Hoy no se me escapa.
Se tomó la soda que estaba disfrutando en su breik y luego continuó sus trabajo en el techo de la casa que estaban reparando. Homestead ardía de calor ,el sol estaba en lo fino.
A las 6 y media pasó por Marcia y se fueron por el expresgüei a 60 millas por hora, no los detuvo la policía, casi todos iban a esa velocidad.
Llegaron a las 7 p.m. a la casa de Ramón y ya la fiesta había comenzado. Había comida, cervezas y música.
Marcia llevó comida y un sicpac de cerveza. Humberto no llevó nada.
Ahí estaban 6 conocides de Nicaragua,3 guatemaltecas y 2 mexicanos. Habían 6 mujeres y cinco varones.
La fiesta transcurrió normal y bien animada. No hacían mucho ruido para no molestar a los vecinos y así no llamaran a la policía.
Hablaron de los trabajos, de las familias que estaban en sus países; bailaron, comieron y bebieron, unes más que otres.
A las 11 y media de la noche Marcia le dijo a Humberto que ya era hora de irse. . Este andaba muy entusiasmado y no quería pederse ni un momento.
Lo rogó para que la fuera a dejar.
Se fueron en el carro y en ese momento Humberto aprovechó para decirle que la quería y que quería ser su novio. Marcia le dijo que lo iba a pensar, que le iba a decir la respuesta en unos días.
Humberto estaba contento pues ya se le había declarado, eso era un gran avance para él.
Humberto dejó a Marcia en su apartamento de Sweetwater y se fue de nuevo a la fiesta en La Pequeña Habana. No se miraba gente en esas calles de Miami.
Había que aprovechar este fin de semana. El Domingo tendría todo el día para descansar. La Vida del inmigrante tiene sus ratos buenos. No todo eran lágrimas- pensaba Humberto.
Byron Picado Molina
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